El título corresponde a uno de los tantos interrogantes que se plantea en su exposicion-y la vez testimonio- sobre la tragedia de Valencia, el escritor Santiago Posteguillo, que no necesita de más presentación y difundida en X (22/24) por J.L. Martín Nogales(@jlmartinnogales) donde se reafirma por la experiencia vivida, la inercia de las instancias gubernamentales para una rapida y oportuna reacción y sirve para corroborar los planteamientos de R. Jiménez Asensio, en su entrada El Estado inservible.
Con fines netamente académicos y con el reconocimiento de los autores, dejamos constancia de la captura de pantalla de lo anunciado y una transferencia de la voz a escritura de lo dicho por el escritor Posteguillo:

Y la transferencia del audio:
«Y subimos a la terraza. Estamos a unos 50 metros del Barranco del Pollo. Se está desbordando. Y no ha llovido en Paiporta. Y nadie ha avisado. Como está saliendo el agua y yo tengo el coche aparcado fuera, al lado de la estación de metro, pues… tomó una decisión que probablemente mucha gente tomó que es cogemos el mando del garaje de mi pareja mis llaves del coche y vamos a salir a cambiar el coche de sitio así que bajamos las seis plantas pero cuando ya bajamos hay toda una lámina de agua de aproximadamente un palmo que cubre toda la plaza y hombre, eso es raro en tan poco tiempo luego Cuando dudamos, nos viene bien que el entorno nos incline hacia un lado o hacia otro. Y había varios vecinos abajo que convinieron que no parecía una buena idea que saliéramos a cambiar el coche de sitio. Así que, entre nuestra propia intuición, los consejos de los vecinos, pues tomamos la idea de la decisión de no cambiar el coche de sitio. Evidentemente, ni mi coche, el coche lo encontré cuatro días después, a un kilómetro de distancia donde lo había aparcado, pero eso es lo de menos. Lo impresionante es que en 13 minutos había un torrente brutal de dos metros de agua sin control, arrastrando ramas, árboles, coches, todo. Se llevó por delante una nave industrial que estaba enfrente de nuestro edificio. En el edificio donde estábamos nosotros, Gracias a Dios, pues el que lo construyó era el padre de mi pareja. Se ve que para sus hijas decidió hacer el edificio bien hecho. Pero se llevó, no la puerta del portal, la puerta del portal, todo el muro de la fachada, la pared con el local de al lado, todo el local de al lado, por cierto, una librería, la Moisera Anda. Yo tuve miedo por la estructura del edificio. Seis horas sin parar de torrentera. Vimos a gente desaparecer en el agua. Nos acostamos sin luz ni agua, pensando que, lógicamente, al amanecer estaría la Guardia Civil, estarían los bomberos, el ejército. Pero al amanecer no había nadie. Sí, había el cadáver en mitad de la plaza de una joven china a la que yo recuerdo haberle comprado en su bar, en la plaza, alguna vez alguna botella de agua, pues cuando se me olvidaba comprar agua mineral, con la que… Algunas sonrisas he intercambiado porque la mujer no hablaba mucho español. Muerta. Y al lado su madre velando el cadáver. Pero no había policía ni ejército. No vino nadie en todo un día. Los coches estaban volcados. Todo lleno de barro. Silencio. Miedo. Cae la noche. No viene nadie. Hay saqueos. No sé si han visto la película La purga. Es lo mismo. Lo mismo. pero, al segundo amanecer, vendrán. Amanece. No viene nadie. No hay nadie. Solo han retirado el cadáver un poquito más adentro, en un bajo que han podido vaciar los vecinos. ¿Cómo puede ser que en 48 horas no venga nadie? ¿Alguien me lo puede explicar? ¿En España? ¿Siglo XXI? Como conozco mucha gente, Hice algunas llamadas, conozco a mucha gente, he dado muchas conferencias para el ejército. No tenía luz, tenía que calcular las reservas de la batería del teléfono móvil. Solo podía recargarlo con el ordenador que utilizo para escribir la novela. Así que hay que pensarse bien las llamadas. Así que hice una llamada al ejército. No puedo decir lo que me dijeron. Solo que cuando colgué, le dije a mi pareja, hemos de salir de aquí, por nuestros medios. Al tercer amanecer, en el que no había nadie, en el que empezaron a llegar, cuidado, nadie institucional, voluntarios. Cogí, pues lo que coge un escritor cuando se va como en mitad de una zona devastada, el ordenador donde escribo la novela, mis notas de la tercera novela de César. mi pareja lo mismo, que también escribe, su ordenador, un poco de ropa, y arrastramos aquella maleta kilómetros y kilómetros por un espectáculo de devastación como no he visto en la vida, como no creo que la gente se imagina. Viendo gente que como había una manguera habían hecho cola con cubos de agua para coger agua, cadáveres que todavía no habían podido retirar, coches volcados, todos los edificios, todos destrozados. hasta llegar andando a Valencia, donde tengo un piso. No se pueden imaginar lo que está pasando esa gente. No pueden concebir el nivel y la sensación que tiene la gente en todas esas poblaciones: Vaiporta, Algemesí, Catarroja, Alfafar… Porque no se está llevando la ayuda institucional que hace falta. Gracias a Dios, El pueblo es siempre diferente, pero el pueblo con palas no puede. Ya hay casos de enfermedades infecciosas que se están atendiendo en la fe, porque no se están limpiando las calles con la velocidad necesaria. Por favor, en la pequeña o gran influencia que cada uno de ustedes puedan tener, luchen, porque esto no sea así. Ha sido muy cruel no avisar, pero es aún más cruel no ayudar con la energía que hace falta. Yo soy un privilegiado, yo tengo medios para solventar mis problemas. Pero hay mucha gente que vivía en plantas bajas, mucha gente mayor, que no puede rellenar, que no sabe a lo mejor ni cómo rellenar la documentación que hay que rellenar. ¿Cuánto tiempo tienen que esperar esa gente las ayudas? ¿Cómo se puede ser, por favor, desde las instituciones tan miserable? ¿Cómo se puede ser tan miserable? No tienen idea de lo que está pasando la gente. En el siglo I a.C. los políticos se mataban entre ellos. Los Graco que querían, los nietos de Escipión el Africano, querían promover la ley de reforma agraria y con esto termino. Fueron asesinados a mazazos por los opositores que no querían la ley de reforma agraria y arrojaron sus cadáveres al río. Saturnino, otro tribuno de la plebe que quería esa ley de reforma agraria, se refugió en el edificio del Senado. Y Mario lo protegió con soldados, pero ascendieron asesinos contratados por los aristócratas, reventaron el tejado. y con las tejas del tejado lapidaron a Saturnino en el interior del edificio del Senado. A César ya saben cómo lo mataron también. Curiosamente lo mataron todos aquellos senadores a los que había derrotado en la guerra civil y les perdonó la vida. Miren, en el siglo I a.C. los políticos se apuñalaban entre ellos. Y ahora voy a hacer una generalización que es injusta con políticos que yo sé que son honestos y que intentan hacer las cosas bien. Pero la sensación que hay en todas las poblaciones de las que yo vengo es que los políticos del siglo XXI apuñalan al pueblo. Esa es la sensación que hay. Antonio Machado decía, «españolito que vienes al mundo, te guarde Dios». Una de las dos Españas ha de helarte el corazón. Yo no sé si no habría que modificar eso, porque a veces la sensación que hay es que las dos Españas nos están helando el corazón. Muchas gracias.»




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