No extraño que entre las estrategias de marketing electoral y su comunicación, se use el miedo. Esta emoción que se presenta en el ser humano como una medida de prevención para su seguridad individual ante la percepción de un peligro real o imaginario, presente, futuro o inclusive pasado, produce un sentimiento desagradable de inseguridad, que se convierte en un aviso de comportamiento social, en la medida que la experiencia va cargando las vivencias y evidencias de sucesos del pasado (¡mas sabe el diablo por viejo, que por diablo¡) y además en el proceso de maduración personal se van crean estereotipos y creencias que sirven de alarmas, que a veces socializamos en nuestro estado emocional. Y esto, sí que lo saben los creativos publicistas que se aprovechan del instinto de conservación y de seguridad, para sus campañas y entre ellas no escapan las de tipo electoral; cuando los anuncios y los avisos destacan la posible pérdida de esa seguridad o del status quo, sino se vota por el anunciado candidato o partido.
Ese estado de alerta que produce el miedo en el individuo socialmente se transmite y se convierte fácilmente, por la repetición (frecuencia e intensidad de los anuncios) en un estado de consciencia colectiva, que bien se puede hacer de la comunidad una masa obediente o sumisa. Así que ese miedo se transforma en una subjetividad del colectivo que puede ser manejada a favor de un candidato en campaña o en todo el complejo campo de la dominación del gobernante, como se describe en el Hierón de Jenofonte, como una ideología. Por ello, su contraparte, debe dedicarse a ampliar la información y a superar los bloqueos que la “comunicación oficial” trata de mantener desde su posición de poder y mas, cuando este se ha demostrado por medio de los favores individuales, como se suele jugar con los subsidios y ayudas personales (a la demanda, lo llaman dentro del Neoliberalismo), que no es más que la presencia del populismo raso y craso en las conciencias de las personas, que ven ante el futuro, la incertidumbre de la continuidad sus auxilios gubernamentales y por naturaleza humana, nadie quiere perder, lo que tiene.
Como otras estrategias, la del miedo, es una que es muy utilizada en las campañas políticas para labrar en el contrario, la imagen satánica, cuando posiblemente ella habita mas en el sujeto activo que la propaga y el contestar directamente a ella implica entrar en unas explicaciones racionalistas que no dan tiempo de presentar por los periodos cortos de las campañas y frente a lo que es mejor “dejar pasar” dichas menciones de temor o miedo y responder con actividades y acciones propositivas y llenas de esperanzas y anhelos, que son más importantes para calmar las ansiedades que en la masa producen el miedo.
