De la Gestión Universitaria

Comparar una institución educativa o universidad, con una empresa manufacturera o comercial es desde la entrada algo forzado. Pero no, no así, el equipar el trabajo de sus directivas con los principios de la gerencia moderna de las organizaciones. Claro está dentro de las características que le son propias, por la misma naturaleza organizacional: la contingencia, y la cultura organizacional, entre otras.

Las deficiencias en las instituciones educativas y universidades son muchas y de diversos ordenes. Acostumbradas a vivir del apoyo gubernamental, han encontrado en la existencia del Estado del bienestar, su mejor aliado y por ello cualquier reforma al aparato estatal resulta para el sector educativo altamente agresivo y desafiante. Introducir en la administración educativa elementos gerenciales-y entiéndase por ellos, racionalizadores de los consumos de  todos los  recursos organizacionales-es atentar contra la educación pública, como  se predica continuamente.

Una situación bien distinta, es que el gobierno abandone- y eso no puede suceder- su protección a la educación y otra que pida e impulse medidas para garantizar que los recursos dedicados a la educación pública sean invertidos de manera transparente permitiendo evaluar los resultados de los dineros aportados y la medición de los impactos de su uso sobre la población, que es el sujeto del servicio educativo, incluyendo la calidad de la prestación.

El desarrollo gerencial de las instituciones educativas implica la implantación de los procesos de planificación, dirección y control, altamente especializados. De un lado, los recursos que se manejan son originados por diversas fuentes, a las que es necesario atender y dar cuenta. Las instituciones  privadas no solo deben razón  a sus directivos,  a sus dueños, a sus fundadores y socios sino a la comunidad educativa y sociedad en general que comparten responsabilidades constitucionales y éticas. Y las Públicas por su naturaleza misma, además de las anteriores deben guardar otras de gran valor social como la equidad, la democracia y el fomento de los derechos humanos.

Por:
Efrén Barrera Restrepo, Ph.D.
Gerencia Pública & Marketing

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