UN RETRATO DEL BURÓCRATA

Al burócrata se le suele reconocer como el agente silencioso de la administración, mientras que al político, se le identifica como el agente vistoso, pues su supervivencia depende de la información que maneja y del apoyo que obtenga para representar de la comunidad.

Por eso, mientras el silencio “mata” al político -que hablen de él, aunque sea mal- mantiene “vivo” al burócrata, que suele rehuir a las cámaras y a los micrófonos. Dice Lemos S. que “los políticos deben llamar la atención, los burócratas desviarla. Saben que la lumbre de las candilejas quema y que el aplauso de las multitudes aturde. Por eso la penumbra y el mutismo son su hábitat. Los políticos son unos incansables buscadores de prestigio, los burócratas, de estabilidad. La relación entre un buen político y el poder, suele ser romántica, la de un buen burócrata, utilitaria. El político anda en pos de la alabanza. El burócrata de la jubilación” (1990)*.

Estas prácticas, nacidas de la misma estructura de la administración, hacen entonces necesario comprender, que la explicación de la poca eficiencia y la irracionalidad del sector público, se encuentra fuera de ella; pues, si el individuo puede negociar su comportamiento burocrático, significa que los factores externos son los que determinan el funcionamiento de la organización. Es decir, que se debe volver la vista hacia los directorios y partidos políticos, que colocan las personas en los cargos que son de su dominio o “heredad”, precisamente para que se desempeñen en su nombre. Los cargos son “en-cargos”.

Y entonces, si el reclutamiento, se da con base en los “en-cargos”, el funcionario toma el territorio de su área, y en ella debe fructificarse, “los dones” que le son debidos al cargo, para retribuir el favor de su nombramiento y compensar los desembolsos (monetarios o en especie) que tuvo que hacer para alcanzar su posición, su racionalidad y eficiencia que se ven ligadas a la política, como parte fundamental de la maquinaria electoral.

La burocracia no es un grupo social neutral, sino que refleja las condiciones existentes en la política y en la sociedad. Y ella, como portadora de valores, conlleva al cargo, sus creencias, que van a tipificar el comportamiento personal y de su grupo. Y en cuanto a la política, puede comportarse como formuladora de ella o bien como instrumentadora, situación que depende del papel que juegue el legislativo o las corporaciones populares en las administraciones seccionales y locales de cada territorio. Si estas últimas son débiles, la burocracia tomara para sí el vacío dejado por ellas, constriñendo las funciones legisladoras y normativas. Y si las corporaciones populares, no tienen el suficiente dominio técnico de los asuntos del Estado, o por decisión del directorio político dominante deja en manos de la burocracia, las definiciones esenciales para la sociedad.

El poder de la burocracia se expresa en la orientación de las decisiones al elaborar los proyectos y formular la política complementado con la instrumentación de los planes y programas que se refuerzan con el manejo de los procedimientos que se retardan o aceleran según los intereses involucrados en ellos.

*. Lemos Simmonds, Carlos. (1990): La burocracia. El Tiempo. 13/06. p.5a.

 Por:

Efrén Barrera Restrepo, Ph.D.

Gerencia Pública & Marketing

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