Uno de los problemas cuando se hace una evaluación de impacto de un programa social es el del tiempo que debemos dejar pasar desde el inicio del programa, para que este se desarrolle y arroje o muestre resultados y poder tener una medición mas completa y adecuada a ellos. Este tiempo de espera, es lo que los técnicos denominan maduración y depende de las características de la situación que queremos transformar o cambiar, por cual no hay formulas precisas.
Este proceso de maduración, implica también que se deben de cumplir todas las tareas y previsiones dadas en la planeación para el cambio esperado con la intervención del programa social en funcionamiento y a plena marcha con todos sus elementos, pues la falta de uno de ellos, ya nos indicaría una posible por falencia por materiales. Y esto es necesario dejarlo claro antes de hacer la medición, porque por nuestra cultura somos muy dados a trabajar con elementos faltantes o con montajes “a medias” o como dice el aforismo” en el camino arreglamos las cargas”.
Otro punto clave en esta maduración, esta en la fijación de la fecha de la medición, que a veces se adelanta a lo previsto o recomendado, por preferencias personales o políticas, que de seguro afectan los resultados. Ante esta afectación de la madurez, debemos recordar en el análisis de los programas y proyectos sociales que estos la mayoría de las veces, están sujetos a los vaivenes políticos, que crea el llamado “tiempo político” – que es la estimación de duración del programa o proyecto, con relación a los cambios de gobierno o periodos de nombramientos de los funcionarios- para determinar si se inicia o no con el proyecto o si se hacen o no las mediciones del impacto.
Queda claro entonces, que no hay un tiempo predeterminado de maduración para entrar a medir los resultados de un programa o proyecto social(ver: Stanford Social Innovation Review: Los 7 pecados capitales de evaluación de impacto)y que es la naturaleza misma del fenómeno o asunto en cuestión quien lo determina, obviamente previo análisis en el entorno de otros factores contingentes al programa. Así, por ejemplo el caso del programa de becas de las Empresas Publicas de Medellín, que ya cumplió 12 años de iniciado, por allá en el año de 2002, convendría a la Entidad y a la sociedad en general, conocer cual ha sido el impacto de esas primeras becas otorgadas y de manera periódica monitorear este importante programa social del cual hoy se benefician un gran numero de estudiantes de Medellín y Antioquia y que es ejemplo para el país entero, con el cual se trata de morigerar las desigualdades, sobre una juventud que quiere salir adelante y superar su situación económica y de vulnerabilidad social.
A continuación están los nombres de los primeros becarios de EPM, en 2002:
Daniel Muñóz Jiménez |
UPB |
Ingeniería Electrónica |
Mariana Arcila Posada |
EIA |
Ingeniería Civil |
David Delgado Rendón |
UPB |
Ingeniería Mecánica |
Juan Manuel Restrepo Flórez |
U. Nacional |
Ingeniería Biológica |
Juan Felipe Pérez Vallejo |
U. Nacional |
Matemática |
Jonathan Steven Herrera Román |
EIA |
Ingeniería Informática |
Luisa Fernanda Zuluaga Marín |
U. Nacional |
Ingeniería Eléctrica |
Fredy Alberto Restrepo Escobar |
EAFIT |
Ingeniería de Sistemas |
Diego Alejandro Tobón M |
EAFIT |
Ingeniería Mecánica |
Juan Pablo Caro Salcedo |
U. de A. |
Ingeniería Electrónica |