Las palabras en su contexto y en su época. Hoy cuando las TIC han avanzado de manera vertiginosa y la tecnología se hace más pegada a la piel de las personas, ( si es que, no se encuentra dentro de ella) no podemos imaginar que aún existan exitosas reformas o reestructuraciones de las organizaciones que no estén dentro de la especie Digital. Y en verdad todavía se leen noticias de esas reformas planeadas a largo plazo con metodologías heredadas del funcionalismo y del organicismo y lo que es aún más dañino para la misma organización, diseñar modificaciones de la estructura de manera improvisada y de aprobación ligera en los consejos directivos, a las que de manera fortuita implantan y las llaman eufemísticamente «adecuaciones»; cual símil de la reposición del cuadro torcido en la pared, como para que no se note mucho lo que lleva por dentro esa tal «adecuación»; que en el fondo no pasa de ser un favor de cumplimiento electoral, un amiguisimo burocrático o devolución de favores de inconfesables.
Hoy se imponen las transformaciones digitales, no las hay de otro tipo. O se modernizan de verdad las estructuras revisando sus procesos, implantando flujos de trabajo efectivo y de creación de valor y aprovechando los beneficios de la tecnología que viene condensada en los software y se tienen los necesarios hardware o mejor no hacer nada; pero no se puede mentir a los públicos interesados(stakeholders) de la organización tratada de esa manera. Por pobre que sea el municipio o atrasada que esté la universidad( por ejemplo) en materia de tecnología, negarles que se inicien de una vez por todas en la era de lo digital, como lo demanda el progreso al día de hoy, no sería pensar de manera retrógrada sino perversa para la continuidad de la organización. Y entre mas atrasada y pobre sea la organización más mérito tiene la decisión de optar por la transformación digital que se hace imperativa; pues estamos llegando con algunas organizaciones, al extremo feo de encontrasen en nivel cero de operatividad digital frente al nivel que exhiben los usuarios y clientes; los que ya han entrado en el mundo digital y lo viven a cada instante.
Absurdamente se cree que la transformación digital es una mera operación de compra de tecnología, lo que demuestra la reacción mental a su implantación, más, no es así. Lo primero que se hace fundamental para la transformación digital es la actitud de la alta dirección de la organización con el convencimiento de la urgencia y necesidad de ella; luego la disposición y apertura mental del personal al cambio que es necesario y que se espera sea diseñado y orientado por el asesor del proceso, de cual se espera que tenga la condición ética de proponer lo mejor y lo más factible para la organización y sus públicos interesados, sobre los cuales se enfoca la transformación.
La transformación digital es una etapa evolutiva de las organizaciones y mas que la introducción de la tecnología misma, es la aceptación de los cambios económicos y sociales que traen las nuevas tecnologías en la vida de las personas; por ello es importante reconocer que se necesita de las personas para avanzar en la transformación digital, que todos los días nos propone inmensos volúmenes de datos con los cuales en su uso proporcionado y adecuado nos permite ser más efectivos, eficaces y eficientes en las tareas de las organizaciones, dejando a las máquinas las tareas rutinarias para poder dedicarnos como seres pensantes a las labores de análisis y de innovación y poder ofrecer mejores y nuevos servicios y productos.