Una de las estrategias más usada en el marketing político y electoral de hoy, pero que viene desde hace miles de años ligada al trabajo político en la arena: es la de escoger el enemigo y convertirlo en el pivote de la campaña. Por eso es mejor seleccionarlo que ser escogido. Y cuando se dice enemigo, no es necesariamente una persona puede ser un hecho, un acontecimiento, una ideología, una organización, y hasta un país. Lo mas importante es que su mención desate pasiones, controversias, contradicciones que implique cuestiones morales. los enemigos seleccionados ayudan a preparar el escenario de la campaña y facilitan los discursos y todo el andamiaje de sobre el cual se monta el proselitismo y las actividades promocionales del candidato.
Los enemigos se crean para visibilidad lo ideológico, las ideas se personalizan de esta forma y toman cuerpo; por lo cual no es de extrañar que la pasión y la emoción que produce el odio al enemigo produzca ataques que pueden ir desde los simbólicos de la tradicional quema de banderas, arrojo de tomates o huevos hasta el ataque directo a la persona, a los bienes y propiedades relacionados con el enemigo.Y es aquí donde se identifican de manera clara a los enemigos y se señala como positiva escogencia; porque en la contienda electoral, aquellos con los cuales la controversia es amigable y serena, no han de servir, pues son simple adversarios o personas de respetable controversia, ya que no producen esa pasión que es necesaria para mantener la efervescencia en la campaña. Por esto no todo oponente es enemigo, ni tampoco todo adversario.
Definir a los enemigos, favorece la marcación de distancia de ideas ya que entraña visos de moral y de comportamientos sociales que despiertan dudas y sospechas de actuaciones pasadas y que son proyectadas al futuro como ciertas o de fácil repetición, si se eligen. Es como decirle al publico que no ponga a cuidar » los quesos a los ratones». Esta utilización de los enemigos es típica de aquellos candidatos que posturas de honestidad y comportamientos de » misa diaria» y » té a las cinco » y como no tiene mucho que ofrecer, ya que no producen ideas, ni innovaciones para su gobierno, mejor se concentran en lo que hizo y dejo de hacer el anterior gobernante y en » cazar brujas» en las actuaciones del pasado; para otros seria poner » a freir peces gordos» o es construir la campaña en los hombros del seleccionado enemigo.
De otro lado esta estrategia de escoger un enemigo, ayuda a conseguir aliados y formar coaliciones y mas cuando las líneas ideológicas no son muy claras y distantes y más bien hay claroscuros y matices grises que no admiten diferenciación ( la diferenciación es un asunto clave en el marketing) entonces funciona mejor y más, si el enemigo seleccionado produce repulsa o rechazo; ello puede inducir hasta la utilización de artificios como los bulos, los» globos», las noticias fake, los memes y demás arsenales de fuegos luminosos y artificiales; que deslumbran al incauto, al desinformado, y al indeciso, y al que se llena de emoción, pasión y odio, con las noticias.
El fin de tener un enemigo está también en la forma como se pueden filar los demás candidatos adversarios, contradictores o cercanos. Primero está el enemigo, luego los demás; ya de suyo se marcan líneas de alejamiento con los demás. Y se reduce el grupo de varios candidatos a un enfrentamiento, a una polarización; que entre mas irreal y más artificiosa, mejor; porque entre los enemigos se puede dar la colaboración para tensar los polos opuestos.
Las interpretaciones que llevan a explicar los comportamientos del enemigo usualmente son ligeras, creíbles, sobre hechos ambiguos que permiten la formación de dichos, chistes, chismes y creencias que se convierten en estereotipos, y mas si van acompañados de alguna muestra de sangre, sexo o dinero; tres elementos básicos de la vida que despiertan irremediablemente sentimientos y emociones diferenciadas y del orden moral; que serán en el transcurso de la campana la fuente reveladora de nuevas ideas que demuestren piedad, compasión, caridad, esperanza y seguridad; que es lo mínimo de la expectativa frente al candidato y que se reforzaran si hay mezcla de factores como raza, clase social, origen regional o nacionalidad.