Reformas, reestructuraciones?. Mejor transformación digital

En estos tiempos de pandemia, seguimos leyendo y observando en entidades nacionales e internacionales y organismos multilaterales, el uso de estas palabras como sinónimas de las intervenciones necesarias en las organizaciones públicas, por preferencia, pero también en las privadas por exclusión; de que es necesario adelantar una reforma o una reestructuración de la organización. O intervenciones en la arquitectura organización, como algunos también suelen llamar. Y eso se debe de ser extraño. Todas las organizaciones publicas o privadas son susceptibles de mejor y de acomodar mejor los puestos de trabajo de acuerdo a los planes estratégicos que se demandan o se trazan. Después de la estrategia viene la estructura , es el decir ya muy común en las entidades publicas; puesto que ellas deben por normatividad ajustarse según los parámetros de su nacimiento o creación. En los privadas, sólo basta la voluntad y una orden y se voltean las estructuras según las reacciones del mercado; ya de ellos dependen y por ellos se deben.

Emprender una reforma o reestructuración en el sector público ?. Esta debe de correr por los rieles de su naturaleza jurídica y de sus normas orgánicas. Y es aquí donde se cae en la trampa de la modificación candorosa de nombre de las dependencias o de cambios de posiciones dentro del organigrama como un adelanto hacia la eficiencia. Y no esta ajena de despertar alarmas y prevenciones positivas frente al lado de los directivos como reacciones políticas sobre todo a compromisos electorales adquiridos y a mecanismos de ampliar la nomina, para iguales fines políticos. Y es por eso que se ve a veces la «resurrección» de oficinas y organismos eliminados ayer y hoy ya olvidados (caso del turismo en Antioquia de hoy y el recordado Turantioquia, de ayer). Más en el desarrollo de la reforma o reestructuración, se puede caer en otra trampa mayor, cual es la forma o manera como se aborda el asunto, en la fecha de hoy, cuando tras la pandemia, el sector tecnológico ha crecido y ha permitido alcanzar a muchas organizaciones públicas y privadas niveles tecnológicos que en otras condiciones tardarían mas de diez años en llegar. Este es el problema de hoy. Cuando se trata de reformar y reestructurar. No es valido, seguir haciendo lo mismo de ayer, ni de la misma manera. Técnicamente hablamos que no es dado para la tecnología ahora ofertada. Por esto se habla de transformación digital. Y no es para menos. las estructuras después de esta pandemia, han empezado a traquear; requieren transformaciones y no meras reformas y reestructuraciones y menos de aquellas de la administración pública tradicional.

Aclaramos, que entendemos por administración pública tradicional- otros la Llaman ortodoxa- a aquella que sigue basada en funciones bajo la perspectiva de la dicotomía política-administración; con delimitación de la discrecionalidad de los funcionarios y la burocracia es el ejecutivo mismo; y su fin último es el logro de los objetivos con el gasto mínimo de recursos; cuyas metas se alcanzan con el compromiso de los grupos formales. Por ello los tradicionales sólo ven la economía, y la eficiencia, el presupuesto en relación con las nóminas. Y si ayer olvidaban a las personas y sus comportamientos, ya reconocidos con el tratamiento de la cultura organizacional, no tiene en cuenta la tecnología como la base de la organización y menos su dominio, que se expresa hoy con la transformación digital. Por eso, sino es transformación digital, entonces de que transformación, estamos hablando.

Ahora resulta que las organizaciones e inclusive las públicas requieren de la tecnología, NO como un apéndice u otro factor ambiental que afecta a las organizaciones; no. La tecnología hoy, lo envuelve todo, e inclusive a veces es la organización misma. O sino que se diga de las verdaderas «mejores practicas» que se etiquetan y se empacan en los software. Recordemos que era el servicio de taxis antes de Uber; que era el negocio de los giros monetarios antes de Efecty, Gana y Baloto. (Cómo se morderán la lengua los bancos que no vieron a tiempo ese negocio:?). Y el negocio de entrega de paquetes avivado por e-commerce, (Por qué no rinde el 4-72 ?); y esto sólo unos escasos ejemplos. Y claro todos basados en plataformas, sobre las cuales, en Colombia parecen estar la mira de los ortodoxos de la administración pública tradicional; que entre otras cosas buenos réditos le deja a la politiquera y el clientelismo.

Reformar o reestructurar, hoy; no vale, ni es práctico. Lo correcto administrativamente es la transformación digital.

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