EL EMPLEADO FUSIBLE

Dentro de las abundantes especies que produce la burocracia y en especial la colombiana existe una que se pasea por despachos y oficinas sin más otra finalidad que la de servir de auxiliares a los personajes de los cargos superiores y galantear a las familias tradicionales del poder, sin asomo de rubor y vergüenza y hasta sin pudor ni recato y llegando a la genuflexión.

De su origen podemos decir que no es de las altas clases a las cuales sirve, como tampoco podemos afirmar que siempre viene de las más bajas. Pero si se suele distinguir porque su familia se autoclasifica en las clases sociales alta-baja, media–alta o media-media, aunque estas son muy difíciles de delimitar cualitativamente. e inclusive, a veces hasta se llega a poner al nivel de los más pobres cuando quiere resaltar sus esfuerzos para connotar su posición social actual. Eso sí, por algún lado materno o paterno, siempre saca a relucir una fortuna perdida, malbaratada o una herencia incobrable o insoluble, cuando menos.

Usualmente estas personas consiguen formarse gracias a alguna comunidad religiosa, civil, ONG o algo por el estilo, o en el mejor de los casos por la antigua figura del padrinazgo. Y de ella reflejan el estoicismo y su caridad. Son avaras en las donaciones sociales y en el pago de las cuentas de consumo; las que se hacen siempre con su nombre propio pero con cargo a su empleo, sean estas originadas por un regalo como detalle para alguna de sus personas aduladas o un ramo de flores para un difunto amigo.

Sus cargos siempre explican ellos, que los han conseguido “gracias a su inteligencia”, “a su conocimiento de la materia”. y como generalmente no han pasado de tener una formación sencilla, se sienten muy satisfechos por el llamado de doctor que se consiguió en el paso por un directorio político; pues la total dedicación a su desempeño y el tiempo dedicado al cultivo de sus amistades, no le han dejado tiempo para continuar en una universidad.

Han aprendido que la mejor carrera para un funcionario es aquella de “cargar el maletín”, “sobar el saco” o “reírse siempre de los malos chistes del jefe”, esas prácticas son como sacar notas excelentes en las sillas universitarias.

Y aunque puede reconocer que se inició en los puestos públicos gracias a una recomendación o directorio político, agrega que aquello fue fugaz o pura coincidencia social, ya que había pasado la supuesta entrevista o alguna ficticia prueba. Y cuando quiere ensalzarse, anota que ya era conocido su efectivo trabajo y por ello sus habilidades profesionales están por encima de la política a la hora de continuar en los gobiernos así estos cambien.

No importa si son empleados de libre nombramiento o de carrera, -se sostienen en  periodos de diferentes gobiernos y aparentan ser “incoloros e inodoros”, gracias a lo cual le sirven a Dios y al diablo a la vez o de manera sucesiva.

Siempre tienen las palabras precisas para quedar bien sin ofender y que el otro se sienta halagado y no decir nada al mismo tiempo y hasta son capaces de “hacerle aparecer la virgen” al jefe y es precisamente en estos momentos de paroxismos que su jefe aprovecha para pedirle los favores indeclinables: un proyecto, una firma, una negociación, de ahí su denominación como fusible (de quitar y de poner cuando es necesario).

Por supuesto su calificación de desempeño como empleado, siempre alcanza los más altos puntajes, aunque en su carrera de funcionario, haya pasado por los más diversos cargos, y ello le permite afirmar que sabe de todo y no poco.

Siempre estará insinuando o proponiendo para su jefe un mayor salario, o un itinerario de viajes pues sabe que él va ahí detrás. Nadie como ellos, saben de los gajes del oficio; claro, de los beneficios, lo que incluye choferes, carros, guardaespaldas, mensajeros, cuentas de alimentación, tarjetas de crédito entre otros y por ello soportan con santa paciencia los desmanes y desfachateces del jefe, en los que solo ven manifestaciones de gracia y humor.

En total son los que le venden el alma al diablo, por un poco de poder; al fin poder es poder, aunque sea poco; la cantidad es cosa de manejo personal.

Por:

Efrén Barrera Restrepo, Ph.D.

Gerencia Pública & Marketing

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