La inveterada costumbre de ver a los expresidentes de la República quietos y en silencio, después de su paso por la Casa de Nariño, y ahora presentir a cada momento del día un twiterazo del presidente anterior por la reacción a una actividad del presidente actual, hace que nos veamos en la necesidad de ir cambiando esa imagen de mueble viejo que solíamos darle a los expresidentes, por otra de acción y de validación al ejercicio de la política que no se agota con el desempeño presidencial, sino que va más allá hasta de pisar tangencialmente las funciones y responsabilidades del presidente en ejercicio.
Es cuestión de estilo, que un funcionario público y más el máximo de la Republica, se preocupe por la marcha de los sucesos políticos de su nación aún ya en vacancia. Y para muchos este estilo causa mucho escozor por decir lo menos y ven en ello, una intromisión. Más como el ejercicio de la política en los tiempos modernos como se dice, apunta a estar en campaña permanente a fin de no colaborar con la propensión al olvido de sus gobernantes que siempre tiende la colectividad, no hay mejor manera que estar cerca de ella, y con la colaboración de las TIC.
Es también cuestión de carácter y de personalidad construida al fragor de la lucha constante y el batallar por las ideas, que lleva a esta actitud de presencia constante en la opinión, perseverancia en las ideas y vehemencia en la exposición, como consecuencia del fluir rápido de la sangre al corazón, donde habita la razón de ser del patriotismo. Flujos difíciles de comprender por las cabezas por donde pasan los impulsos fríos del raciocinio.
Este nuevo estilo, ya empieza a verse a otros niveles del gobierno. Es una nueva forma de actuar de los exfuncionarios que quieren defender su gestión. Ya no es aceptable, que el nuevo funcionario llegue al cargo y manifieste de forma intolerable y muchas veces de forma irresponsable, las falencias de su predecesor sin que este tenga posibilidad de argumentar y exponer sus razones decisorias. No será técnicamente un derecho de defensa en el proceso pero en la realidad política ya se aceptan tales manifestaciones explicativas y argumentativas, que ayudan a la ciudadanía a formarse su propia opinión sobre el funcionario cesado y su gestión, como una prolongación de la rendición de cuentas de su ejercicio. Y si algunos no lo ven así, entonces habrá que decir que toda la población tiene derecho a ser informada sobre lo que pasó en su periodo.
Estos cambios a veces imperceptibles en la política hacen que nuevos estilos de ejercerla se asienten y tengan aceptación en la ciudadanía, a medida que esta los respalde en las votaciones siguientes y son los que marcan la diferencia en las formas de gobernar, enriqueciendo las alternativas electorales en democracia.
Efrén Barrera Restrepo, Ph.D.
Gerencia Pública & Marketing