No podíamos dejar pasar sin comentar la noticia proferida por la misma Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín-UPB, acerca del descubrimiento de unos empleados que comercializaban notas con estudiantes. Y existen varios motivos para ello: Uno, es que desde este mismo sitio web, hemos comentado como para la comunidad universitaria las campañas contra manifestaciones corruptas en los comportamientos estudiantiles ( las trampas en los exámenes, las copias de trabajos y tesis, falsificaciones de notas y otras) se hacen necesarias y muy oportunas dentro de la misma formación integral y como normas de convivencia, que deben reinar en el ambiente universitario; como la que hace ya años promovió EAFIT contra el avivato ( avispado, despabilado, listo, aprovechador ) como cultura de vida y replicada en la prensa colombiana y emulada por la misma UNAL de Manizales; las cuales se convierten en sí mismas en guía de actuación para las instituciones que las predican. Y el otro motivo es la obligación de reciprocidad que tenemos con la Universidad en la cual las hijas se hicieron profesionales y obtuvieron una acendrada y refinada formación en los valores institucionales, que la hacen fuerte en su noble prestigio.
La gallardía de contar a la opinión publica el hallazgo de tan denigrante hecho, el cual fue avisado por las mismas directivas en silenciosa investigación para poder entregarlo con detalles a la sociedad, revalida la permanente vocación educativa labrada durante muchos años dentro de los principios éticos y morales del catolicismo, como comunica su nombre y refleja la inquebrantable voluntad de las directivas de no tolerar y admitir la más leve falta a sus postulados y reglamentos universitarios; aún a riesgo de recibir incomprensibles críticas o burlas por su coherencia entre el decir y el obrar; que en otras ocasiones le ha valido denominativos barrocos de ortodoxia y oscuridad.
La sociedad sabrá distinguirle y premiar a la Universidad, la no escogencia del camino fácil del “tapen, tapen, tapen” o el de “enterrar la cabeza como el avestruz”, o de “disimular la macula” que se suelen escoger en casos tan delicados como este y el que otras instituciones si han seleccionado para su graves males; fomentando las perversas prácticas sociales conexas de la cultura de la Ilegalidad.
Bien por la Universidad que sale victoriosa de este incidente, tan factible en el orden social contaminado que se vive en el país y en el mundo, y continúa por el camino ascendente del sólido prestigio universitario.
Efrén Barrera Restrepo, Ph.D.
Gerencia Pública & Marketing