Aportar al equipo lo mejor de sí en beneficio colectivo debería ser la regla de oro del comportamiento en el trabajo, pero la experiencia demuestra que “nadie da lo que no tiene”, que es uno de los obstáculos para que la sinergia fluya en las labores que se desarrollan en conjunto como debe ser en la organización de hoy, rodeada de todas las posibilidades tecnológicas de comunicación.
Por ello, se detallan algunos supuestos es decir, condicionamientos previos para el trabajo en equipo; que de faltar en su constitución, ya de por si predice alteración o fallas en sus resultados; pero usualmente se toma el trabajo en equipo como la tapedera de las debilidades de ciertos individuos que se han colado en los procesos de selección:
- Cada uno desde su puesto de trabajo, asignado por sus méritos profesionales y conocimiento de la materia que encierra el titulo de los cargos, debe mirar como aportar más a las soluciones a los diferentes problemas de la organización.
- Las actuaciones individuales de cada uno, no deben interferir las esferas propias del desempeño individual de los otros, ni contrariar las líneas generales de los planes institucionales, que sean trazados en el plan de acción y en la propuesta corporativa.
- Si bien no se quiere decir unanimidad en el silencio, si se debe aportar lo mejor de si, significando por ello, que si una idea es mejor que otra y somos portadores de ella, se debe comentar en franca amistad y sin miramientos de otra índole, diferente al desarrollo de la entidad o institución.
- Cada persona es responsable de sus funciones dentro de los procesos que se dan en la institución, mas ello no significa trabajar de forma aislada, sino antes bien, de manera coordinada y con la interconsulta de las decisiones individuales.
- Frente a los actores externos a nuestra esfera, es decir a los diferentes públicos y estamentos, deben ser aceptados en sus diversos comportamientos y ver estos como las restricciones para las actuaciones propias; mas no como fantasmas que inmovilizan.
- Ser testigos de lo que creemos y de lo que hacemos, con acciones simples, honestas y trasparentes: ser y aparentar ser.
- Recordar, aquello de la participación, como uno de los principios para conocer los contextos y escuchar la voz del usuario o cliente. No hacerlo, de seguro produce escozor y desconfianza en los actores que deben de cumplir lo planeado.
- No se debe actuar de espaldas a la cultura organizacional y que sea ella la guía; mas si sentimos que es necesario cambiarla; se hará de manera sistemática, expositiva y convincente y presentando nuevas alternativas.
- Calibrar las cualidades de las personas con quienes vamos a trabajar. Hacerlo con las aristas punzantes de los lados malos de las personas, es despertar bajas pasiones y granjearse agresiones verbales o escritas.
- Es conveniente recordar que debemos estar más entre la gente; acercar las relaciones con los implicados en los procesos; no hacerlo, nos lleva a encerrarnos y caer en la peligrosa trampa de legislar desde el escritorio, sin conocimiento de las causas y efectos posibles. Los problemas no caminan hacia los escritorios; generalmente estos se incuban en el aislamiento, la soledad y en la falta de información.
- Todo “poro de la piel organizacional” que dejemos desocupado de información o datos, lo ocupan otros. Y de seguro, lastima la entidad o los egos individuales. O lo que es peor, da pie a que surjan criaturas malignas: el infundio, el chisme, y el bulo.
- Proponer soluciones, discutir alternativas y decidir sin demora, deben ser actividades normales en los equipos. Por eso siempre se invita a trabajar en el equipo, quienes están autorizados para las decisiones.
- Trabajar en equipo, es una consigna para supervivir y hacer posibles las mejores ideas individuales. Ello nos dinamiza. y nos brinda comunicación con los demás.