
Pasan desapercibidos, son los que en los pasillos de los supermercados y tiendas tienen que dar paso a los clientes, aún a riesgo de desequilibrar la pesada carga de los remolcadores; llenan los espacios y clasifican los productos según fechas y frescura. Y sin derecho a mostrar el cansancio, tienen una sonrisa y la disposición activa para acompañar al cliente en la búsqueda del producto que no encuentra y dar la explicación incomoda de los faltantes en las estanterías. Ah! y cuando el tiempo lo permite corre hacia las cajas registradoras; porque al cliente no se le puede hacer esperar… son los reponedores, los surtidores y que usualmente combinan su labor con la de cajeros.
Técnicamente, en sus competencias, dice un formador que «rellenan los estantes con mercancías en un supermercado o tienda. Exhiben productos y precios, controlan el registro de existencias y mantienen la tienda limpia y ordenada». Aparentemente no se notan los conocimientos que deben de tener sobre la mercancía; pero la saben y la comparten con los clientes cuando es necesario.Pero no ha de faltar el punto negro del asunto: muchas empresas e irresponsables hombres del marketing o empresarios subestiman el oficio y mandan al piso del supermercado, superficie o tienda a personas de buena voluntad sin la formación completa ni la información sobre los productos de manera profunda y precisa y es cuando estos reponedores y surtidores afrontan situaciones de vergüenza social por ignorancia y falta de conocimiento de sus productos y sólo les queda soltar esa arma arrojadiza de: » YO NO SÉ» ; NO ENTIENDO: NO ME HAN EXPLICADO; NO LO HE PROBADO; NO CONOZCO; NO TENGO INSTRUCCIONES, etc; lo que rompe la relación cliente producto y por lo consiguiente el reponedor o surtidor queda molido.

No todo es malo, y es importante precisar. El mensaje que este escrito quiere resaltar es el reconocimiento de esta labor como dentro de los oficios esenciales en este confinamiento a causa del COVID-19: el oficio de reponedor (o surtidor) es exaltado en la Homilía del Papa Francisco durante la oración extraordinaria por la pandemia, el 27 de marzo de 2020, en cuyo texto encontramos esta mención:

...Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo.
Loa, a este oficio del marketing…