
Pocas palabras encontramos en el diccionario para expresar con sinceridad el agradecimiento por tantas enseñanzas que nos proporcionaron los maestros en la escuela. Y lo primero que debemos a ellos mismos es definir la escuela: por esta distinguimos los años que pasamos caminando de la casa al establecimiento público, donde permanecíamos entre ocho y nueve horas del día de lunes a viernes en dos jornadas : mañana y tarde ( en el último año, solo una jornada continúa, como la llamaron; con el fin de ahorrar dinero del transporte) y la media jornada del sábado usualmente utilizada en actos cívicos y de embellecimiento del local.( después estas idas desaparecerían ); nos referimos al período entre 1957-1961. Por estos años se hacía el ingreso a la escuela de primaria directamente al primer año, sin pasar por kinder y menos a un jardín; concepto que pareció mas adelante como consecuencia del empleo de los padres y madres. El kinder era una opción que estaba en manos de familias pudientes, como se les decía a los ricos de entonces; donde los niños adelantaban en lenguaje y escritura; matemáticas y ciencias, y nociones del catecismo con la preparación de la primera comunión; que sin mucha reglamentación e inspección funcionaba como un grado cero antes de continuar en el colegio anexo, la primaria y posiblemente la secundaria o bachillerato. La denominación de colegio o instituto era reservada a los entidades privadas desde muchos años atrás y regentados por comunidades religiosas, mayoritariamente.
A la escuela entonces se entraba pasados los 8 años cumplidos, taxativamente, y en ello las autoridades educativas del Gobierno eran muy celosas; pues el » uso de razón» se estimaba que llegaba a esa edad; después de recibir las enseñanzas hogareñas adelantadas por los padres y abuelos sobre algunas nociones de esas materias mencionadas; según el acervo cultural de cada hogar; que para la época se superaban con la buena coordinación que entonces se programaban entre los maestros y los padres de familia. Estos estimaban la labor de aquellos como el complemento en la formación integral de sus hijos; porque una meta urgente de cumplir era hacer la primera comunión en el primer año de primaria; como un buen rasero de la inteligencia y aprendizaje del niño.
Pasar el primer año de primaria significaba saber leer de corrido, escribir bien los dictados del maestro; realizar las dos operaciones matemáticas básicas, distinguir los reinos de la naturaleza, recitar el catecismo y alguna poesía a la bandera y a la madre. Ya en el segundo grado se aprendían las operaciones de multiplicar y dividir; conocer la geografía e historia del municipio que para nosotros los de Medellín, era ya complicada porque en el proceso urbanístico en pleno auge, el Río y sus quebradas sufrían los acomodos artificiales y las especies animales se podían contemplar en el Bosque de la Independencia y después en el Zoológico Santa Fe. Al llegar al tercer grado, el orgullo venia de las enseñanzas de los números quebrados, que luego llamaron fraccionarios y del permiso para escribir con la pluma y el encabador y después con estilográfica de pluma; aprender a hacer mapas de Antioquia, conocer su historia, en especial la independencia y la vida de José María Córdoba; su geografía y su rica fauna y flora, apreciando los cultivos del maíz y los demás alimentos que llegaban la plaza de Cisneros y la belleza de las flores con su fiesta anual en Medellín recién inaugurada y aprender todo el catecismo del padre Astete. Al Saltar al cuarto de primaria las cargas se hacían mas livianas porque se profundizaba en las operaciones de los números quebrados y en los temas de las medidas de extensión, longitud y contenido; la historia del país: Colombia con su rica orografía, suelos y minería, las famosas esmeraldas (que se ven solo en laminas); del oro ya agotado por los españoles y de presencia escasa en el lejano nordeste del Antioquia; del departamento vecino rico en platino, oro y maderas que se deben conservar y la importancia del trazado arriesgado de la carretera al norte para poder ir la costa y de la del sur hacia Caldas; donde en ambas rutas se apreciar las altas montañas coronadas por Ramón Hoyos, ya pentacampeón de la vuelta a Colombia, de cuyo evento la libreta Pilsen de las etapas se conservaba mejor que los cuadernos de la escuela. En el quinto de primaria todo el año se pasaba en función de obtener las mejores notas para poder dar el paso importante en la vida social de Medellín, con la entrada al bachillerato; cuyas principales instituciones exhibían sus mejores galas de uniformes en el desfile de la procesión del Sagrado Corazón de Jesús.
Obliga ya presentar la institución que nos acompañó en ese proceso formativo de los primeros años lectivos de la vida: nuestra institución, hoy esta integrada a otra que siempre habido estado de vecina con muros colindantes que desaparecían cuando de celebraciones y fiestas conjuntas se trataba, para que los varones pudieran entrar a la escuelas de niñas. Las dos escuelas estaban en el barrio Sevilla, que al periodo comentado se contaba entre los barrios «bien» de Medellín y que poco a poco se fue deteriorando social y económicamente hasta llegar al estado actual. Loa privilegios del barrio y que las escuelas se nutrían de ellos, eran el Hospital san Vicente de Paúl, las recién construidas clínicas de los Seguros Sociales, la Iglesia del Sagrario y las famosas mangas y terrenos silvestres que eran las canchas de los búcaros, escenarios del mejor futbol de los barrios Miranda, Campo Valdés, Sevilla y la Estación Villa, como también de las mas ardientes » tiradas de piedra» y de ensayos de las innovadas caucheras; después de partidos en desafío y según los resultados; y que ocupan hoy la Universidad de Antioquia, el parque Norte, Ruta N, Parque Explora,Parque de Los Deseos, Clínica de la mujer, el Centro Comercial Bosque Plaza y el Jardín Botánico; que como vecino importante era el Bosque la independencia de la Sociedad de Mejoras Publicas, con centro de eventos, zoológico en pequeño, lago, caseta de retretas, juegos mecánicos y rueda de Chicago, teatro cerrado,» concha acústica»( teatro al aire libre), restaurante, salón de baile( los fines de semana) y gran espacio publico de zonas verdes, bancas y con multitud de arboles frutales; único sitio de diversión de las juventudes de los años 50 y 60; antes de la existencia en Medellín de heladerías, grilles y bares. En concreto las dos instituciones son la escuela urbana femenina Javiera Londoño, en memoria de la ilustre matrona que apoyo las luchas antiesclavistas en Antioquia y la escuela urbana masculina Juan del Corral, dictador del Estado Libre de Antioquia; ubicadas en la manzana de terreno entre las carreras Carabobo ( la 52); Juan del Corral( la 51D) y las calles Daniel Botero(la73) y Gutiérrez de Lara( la 71).

La Escuela Juan del Corral, tenía por placa de puerta Cra 51D No. 71- 69; esto antes de ser demolida y reconstruido sobre ella un moderno edificio donde hoy esta la Institución Educativa Javiera Londoño Barrio Sevilla. ( fusión de tres colegios, como ya se denominaron las escuelas; para mitigar la estigmación social en la violencia de los años 90) Pero no siempre existió allí, la escuela Juan del Corral, funcionó muy cerca, en tres casas ubicadas también en el barrio Sevilla, en la calle 68 entre la carrera 52 y la 51 D; donde hoy se encuentran unos talleres; eran casa de dimensiones enormes que como niños apreciábamos mucho los baños de inmersión y los amplios patios que tenían.

Ya debe de venir el agradecimiento a los maestros, que como entonces se les decía a ellos, y a fe que si eran; porque ademas de su entrega total a su oficio en los cuidados de sus alumnos en crecimiento físico, espiritual e intelectual; todos eran egresados de escuelas normales, es decir que ellos mismos habían escogido la labor de enseñar a los niños; es decir por vocación y no por presiones económicas; las que más tarde llevaron a muchas personas a optar por el magisterio ante las imperfecciones del mercado de los empleos y mutaron a profesores, como se conocen hoy. Con los huecos propios de una memoria de años, rememoramos a Doña Marta de Rojas, la maestra de primero A, la que nos recibió cuando por primera vez estábamos lejos de la casa , aunque por pocas horas. Recia, decidida, explicativa en sus acciones y con alma comprensiva. En segundo A, Doña Mercedes, por los años que llevaba enseñando siempre recta, muy didáctica y altamente piadosa. El tercero A, estaba regentado por el maestro Jesús Amaya Alzate, desde entonces, gran maestro, de caligrafía fina y hermosa, la que era la guía obligatoria para todos; tenía por plan pedagógico la formación de varones íntegros y por tanto su disciplina era muy cerrada lo que incluida perfectos aseos, corte de cabello de persona mayor y uso de ropa de caballero muy formal. En cuarto A, Don Vicente Aguirre, modelo perfecto del vestir masculino, con pulcritud y sencillez, erguido en su andar y severo en sus tomas de lecciones en las que no admitía errores. Y al final en quinto A, Don Luis Mena Mena, perfecta muestra del chocoano ilustre, con gusto por la buena música y la lectura perenne de los literatos colombianos y dado a entregar a algunos estudiantes la conducción del grupo en eventos y certámenes. En los dos primeros años, los maestros tenían la responsabilidad de enseñar todas las materias del plan de estudios; ya en el tercero tuvimos el ensayo de los profesores diversos y especializados por áreas; aunque con la advertencia interna que no era oficial frente la autoridad gubernamental.
A todos ellos, nuestra admiración y una deuda impagable por la voluntad expresada en la comprensión de nuestras acciones y deberes como ciudadanos y personas; con mayor reconocimiento a Jesús Amaya Alzate, ilustre personaje del magisterio antioqueño como maestro, funcionario y directivo; profesional integro en su profesión del derecho especializado en el sector educativo y a quien en el camino tuve el honor de recibirlo en las aulas universitarias por escaso tiempo.
A todos en el día del maestro mis plenos agradecimientos e imperecederos recuerdos¡
Posdata: En Colombia se celebra el Día del Maestro, todos los 15 de mayo; desde 1950, cuando el Papa Pío XII, declaró a San Juan Bautista de la Salle , patrono de los educadores.