Han pasado ya muchos años, cuando apenas en las universidades se balbuceaba el lenguaje de la planeación estratégica para aplicarla en su gestión, surgió la necesidad de poner “en blanco y negro” las ideas que se aireaban por la Oficina de Planeación y por el Departamento Académico de Administración de la Universidad de Antioquia, y que hoy compartimos con la entrega de este inserto y los siguientes, indicando que aún son válidas las afirmaciones y útiles para el desarrollo de la misión institucional.
El artículo de entonces, trata sobre un tema de gran importancia como es la Administración de Instituciones de Educación Superior y para el caso, las Universidades con especial énfasis en los asuntos referidos al contenido mismo de la Administración y de una de sus fases principales, la Planeación. Y se tratan tres aspectos básicos: El qué hacer proporcionado por la Administración como disciplina; La mirada de la universidad como un sistema y la planeación institucional en la universidad.
La introducción se inicio con esta fuerte frase:
Nada tan descortés como preguntar a una mujer por su edad, a un hombre por su riqueza, a un adolescente por su acné, a un anciano por su vida sexual y a una Universidad por sus propósitos.
CLARK KERR.
Es una advertencia sobre la necesidad del entonces de preguntarse si en verdad la universidad como tal debe seguir los rumbos de voluntades individuales.
Y se continúa con los siguientes párrafos:
«En General, los escritos académicos en Administración abordan fundamentalmente la teoría y sus posibilidades de aplicación en las empresas privadas y con ánimo de lucro. Sin embargo, el desempeño de las organizaciones cualquiera sea su naturaleza y carácter social, ha permitido realizar grandes aportes al marco conceptual de la Administración en lo correspondiente a la gestión. Organizaciones distintas a las privadas con ánimo de lucro formulan reflexiones objetivas que son importantes y que deben ser tenidas en cuenta en todo el proceso de consolidación de la teoría administrativa.
ADMINISTRACIÓN: TEORÍA-ACCIÓN
Un tema de permanente reflexión tiene que ver con la validez de los principios denominados administrativos en cuanto a su aplicación en las organizaciones. Como muchos, la pretensión es la de reivindicar sus postulados teóricos como guías, como pautas de comportamiento, para las acciones que se emprenden y que corresponden a la naturaleza de las actividades llamadas organizadas.
La primera afirmación que se hace en este escrito, es la de que la Administración, como marco teórico, como conjunto de formulaciones conceptuales, se constituye en un medio, para que las instituciones, definida su función social, procuren los propósitos y logros propios de su existencia. De esto se deduce claramente que la Administración para la acción tiene un carácter tecnológico, es decir, representa un modo de hacer, pero fundamentado en unos conocimientos, los cuales en su configuración científica y conceptual, se respaldan en la historia de las sociedades y en las realidades propias de sus organizaciones.
La segunda afirmación, deducible de la anterior, se refiere a la universalidad de la Administración. Tiene que ver con sus posibilidades para cualquiera sea la organización de que se trate. Como lo expresa Adalberto Chiavenato: “toda organización, sea industrial o que preste cualquier tipo de servicios, necesita ser administrada adecuadamente para que pueda alcanzar sus objetivos. Debido a sus limitaciones físicas, biológicas y síquicas, el hombre tiene necesidad de cooperar con otros hombres para poder alcanzar, conjuntamente, ciertos objetivos con la mayor eficiencia y economía de acción y de recursos. Sean esos objetivos industriales, comerciales, militares, religiosos, caritativos, educacionales, la coordinación del esfuerzo humano se vuelve un problema esencialmente administrativo” (Introducción a la teoría general de la Administración. McGraw Hill, Bogotá, 1981, pp. 5 y 6).
La tercera afirmación responde a la inquietud de cuáles son los propósitos de la Administración. Aceptando que es un medio, un todo conceptual que sirve de instrumento y que su objeto de aplicación son las organizaciones, éstos se remiten a la búsqueda de la efectividad y eficiencia en ellas. La efectividad quiere decir, el hacer las cosas correctas en el momento oportuno; apunta a los objetivos y metas de la organización. La eficiencia quiere decir, el hacer bien las cosas y apunta a la asignación de recursos, relacionando procedimientos, métodos, técnicas, capacidades y habilidades con los costos para la ejecución de labores y tareas, a todos los niveles organizacionales.
La cuarta afirmación, obedece a la necesidad de abordar el problema de la especialización en el desempeño de labores. Se remite directamente a las capacidades y a la formación para la acción administrativa de los funcionarios de las organizaciones y más en específico, de aquellos que participan en la toma de decisiones. Es evidente, que puede existir el marco teórico de la administración, sus pautas procedimentales a manera de tecnología, y que se requiere de las capacidades para la ejecución de quienes son sus actores en las organizaciones complejas, por sus propósitos y tamaño.
Por:
Efrén Barrera Restrepo, Ph.D.
Gerencia Pública & Marketing